When after drowning, women float, they always do it with their breasts facing the sky, as if they were challenging the sun; on the contrary, we, men -Joseph was telling me-,with our chests looking to the muddy, black bed of the river.
De pronto, dejé de estar en la poblada orilla del Ganges. Amanecía en Machu Picchu. Desde el ventanal de piedra, veía el cerro hermano, el Huaino Picchu, aun arropado por la sábana de vapor que sólo dejaba ver la cima, al igual que, poco después, la bolsa de dormir, que inutilmente, trataba de cubrir los turgentes pechos de Karen.
Alejo are you here?
Yes Joseph.
Pero aun estaba en aquel amanecer de enero de 1964 pensando en que hacía miles de años que esa escena se repetía. Imaginé la emoción que habría sentido Hiram Bingham 53 años antes, cuando destapó la ciudad ocultada por una manta húmeda de verde voraz.
A los 15 años, un chico cree que medio siglo es poco menos que la eternidad. El Urubamba, entonces, como en 1980, el Ganges, como siempre el río de la Plata me daban esa sensación de libertad, que trataba de imitar y, que entonces, ahí en la altura, mirando correr ruidosamente el agua clara, me había juramentado, no negociar jamás.
En Benarés, fascinado y satisfecho por la fidelidad a mí mismo y por tanto misterio a descubrir que se había iniciado en el Imperio Inca donde convivían sacrificios humanos, canales de riego, piedras enormes en extraño equilibrio con mi sexo virgen, el deseo incontenible en lucha desigual con el pudor, el futuro, la elección de una carrera, ese constante e inútil ¿por qué? El cóndor planeaba, el río corría y yo viajaba, sin embargo los incas ya eran peruanos, indios, cholos, católicos, apostólicos y romanos, al igual que el Presidente John F. Kennedy, al que habían asesinado en Dallas, cuando con Caco planeamos, ese primer viaje, a orillas del río de la Plata. Sentía que no sabía nada, todo lo que el flamante pasaporte informaba: nombre, sexo, edad, nacionalidad ¿me definían? Y esa pomposa nota:”En nombre de la República Argentina, la autoridad que expide el presente pasaporte, ruega y solicita a todos aquellos a quienes pueda concernir, dejen pasar libremente a su titular y prestarle la asistencia y protección necesaria”. Pero también decía escrito a mano, en la página 8: “Visa no apta para entrar en zona guerrillera”, firmada por el Cónsul General de Bolivia en Buenos Aires.
Llevaba, también un papel doblado en cuatro, donde un escribano daba fé de que mi padre Luis Santos, autorizaba a que su hijo Alejo, etcétera.
En Oruro, y después poco antes de llegar a La Paz, el tren se detuvo, y por varias horas, los pasajeros y Karen, fuimos invitados, no demasiado cordialmente a bajar de los coches y a colocar las manos en alto apoyadas contra la pared del tren y a separar bien las piernas en tanto militares ¿indios?, ¿cholos?, ¿bolivianos?, ¿incas?, ¿rangers?, nos palpaban, y a Karen, a mi lado también la palpaban y pensé que me hubiera gustado palpar a Karen, pero de otra manera.
Karen que hacía que esa mañana de tanto misterio nacional, burocrático, militar, religioso, arqueológico, me hicieran amanecer consternado y erecto.
And why is that so, Joseph?
What?
The different ways of floating.
That, I don’t know, but is what happens.