Hubo un tiempo, entre finales de los 60 y hasta 1982, que podríamos llamar, con el objetivo de abreviar,”los 70″. Fueron años de sangre. Se estaba pariendo una nueva versión del eterno desastre.
Como en anteriores capítulos de la saga, las posiciones eran polares: ‘sistema’ o ‘revolución’. Parecía no haber alternativa posible.
Opté por la ‘epojé’.
La ‘epojé’, es una puesta entre paréntesis, jamás una huida. Huir es renunciar a los malestares de todo sistema, aprovechándose de los huecos que el mismo sistema permite. La ‘epojé’ es, en cambio, una búsqueda.
Bartleby, el escribiente, es alguien que huye.
Wakefield, es una ardua suspensión.
Bartleby prefiere no hacerlo, pero cobra su sueldo y duerme a escondidas en la oficina que detesta.
Wakefield, laboriosa y premeditadamente se retrae.
Bartleby es un parásito. Wakefield un intento.
Wakefield es (¿ ?), Bartleby es (XXX).
Wakefield es un escéptico, Bartleby un nihilista.
Wakefield está aturdido, confundido, quizás equivocado. Bartleby decidió no ser.
Wakefield duda. Bartleby niega.
Wakefield apuesta y pierde. Bartleby no juega.
Wakefield es un temerario. Bartleby una ausencia.
Wakefield regresa a su casa donde están el hogar encendido y su mujer (¿esperándolo?). Bartleby desaparece de la misma manera en que apareció.
Wakefield tiene futuro por tener un pasado, Bartleby no tiene pasado por tanto carece de futuro; es un mero ‘Present Continuous’: “I am prefering not to”.
Me llamo Alejo Santos: como Wakefield regresé.
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