Es París, es la década del 30, es el 37 Avenue de l’Opera, es la papelería Brentano’s donde la Embajada de la República Argentina se surte de elementos para escritorio, papeles, tinta, cuadernos donde dejar constancia de las recepciones oficiales.
Tengo el “Dinner Party Record Book”, donde se registraron, desde el 6 de enero de 1931 hasta el 28 de noviembre de 1934, los almuerzos y comidas que se celebraron en honor de distinguidos argentinos y extranjeros. El cuaderno de tapas de cuero y hojas con bordes en oro, está compuesto por folios dobles, el de la izquierda dice “Plan of the Table”, en el centro tiene trazado un rectángulo: “The Table”, donde se escribirán los nombres de anfitriones y agasajados, y un espacio a pie de página con “Remarks”, el de la derecha dice: “Where given, Date, Occasion”, en el encabezamiento y en la página dividida en dos, se lee en una columna “Guests Present”, y por debajo “Unable to attend”, en la otra “Menu”, seguido de “Wines” y a pie de página “Particulars of Table Decorations”.
Me detengo en la hoja fechada el 15 de abril de 1933, hay ese día un almuerzo en honor del Presidente de la República francesa Monsieur Albert Lebrun y del Vicepresidente de la República Argentina Doctor Julio Roca hijo, a ser servido en el 39 Avenue Pierre 1er de Serbie. El menú consta de: Trucha Salmonada al Champagne y papas al vapor
Costillas de cordero Maintenon con puré de alcauciles
Poulardes Rose Marie con corazón de lechugas a la aurora y
espárragos verdes en salsa de muselina
Bombe Francillon y Couques
Los vinos, Jerez Marqués del Mérito
Chateau D’Yquem 1929
Chateau Lafitte 1877
Champagne Pommery Grenot
Alrededo de la mesa, además de Lebrun y Roca (h), 20 invitados, son huéspedes del Embajador Tomás Le Breton y su esposa Estela Pereyra Iraola. Miguel Ángel Cárcano, Manuel Malbrán y varios funcionarios que han hecho una parada en París antes de dirigirse a su destino final: Londres, donde el 1 de mayo se firmará el Pacto Roca Runciman al que seguirá el Eden Malbrán. Pacto que consolidará, desde el punto de vista económico, la adscripción de la República Argentina al Imperio Británico, como corolario de la matriz que marcó para siempre desde el despótico y absolutista gobierno de Juan Manuel de Rosas, la preeminencia del Buenos Aires ganadero sobre el resto del país, y que provocó que el senador Matías Sánchez Sorondo dijera “aunque esto moleste a nuestro orgullo nacional, si queremos defender la vida del país, tenemos que colocarnos en la situación de colonia inglesa”.
Otro hubiera sido el derrotero nacional y democrático de haberse seguido el camino emprendido por Francisco Hermógenes Ramos Mejía y Ross y de su mujer Antonia de Segurola que en 1811 cruzan el Salado, le compran las tierras a los aborígenes, fundan la estancia Miraflores donde se los educará y enseñarán las tareas de la agricultura, la administración y la vida democrática. Rumores de que Ramos Mejía impartía sacramentos entre los aborígenes, alertaron al celoso credo católico, que moviliza al gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez a escarmentar tamaño sacrilegio, quien apoyado por el omnipresente, vengativo y despótico Rosas, confina a Ramos Mejía a prisión domiciliaria en su estancia de Tapiales (hoy Mercado de Abasto) donde morirá a los 55 años y a cuyo hijo, Rosas hará decapitar mediante un carro que le pasa por el cuello en Córdoba.
Rosas es el verdadero padre de la patria, creador de la grieta y militante de una manera de gobernar, que imitarán Perón y Kirchner. Si la casta rosista estuvo formada por estancieros amigos y al resto prisión y choclo en el culo, la casta peronista se consolidó con sindicalistas resentidos y empresarios amigos del poder y la casta K intentó afianzrse y quedarse con todo acompañados por montoneros decadentes, narcotraficantes, sindicalistas venales, jueces corruptos y políticos charlatanes y obsecuentes.
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